Si hay un objeto de diseño con el que tenemos una relación táctil diaria y durante una gran cantidad de horas es el denominado «mouse» o ratón como lo llaman los ibéricos. Este dispositivo de interacción si bien ha tenido muchos avances y aumento de sus capacidades, la idea prima de desplazamiento cartesiano y reproducción digital no se ha modificado desde su génesis. Pero en sus formas, tamaños, pesos y funciones adicionales si ha habido millones de proposiciones. Las nuevas realidades como la ultra portabilidad han arrojado al mercado dispositivos de proporciones reducidas, de un mínimo peso y conexión inalámbrica. Sin embargo el mercado «gamer» se ha proveído de multifuncionales aparatos con botones pulsadores a diestra y siniestra para optimizar la performance durante un juego en línea.
Si bien la discusión sobre el futuro de este dispositivo apunta a su desaparición, somos miles los usuarios que día a día nos vemos con este objeto en nuestras manos, dando miles de clics y desplazando varios metros el ratón.
Es muy común el caso cuando uno va al puesto de trabajo de un compañero y se ve en la necesidad de usar el computador, que al tomar el mouse, de inmediato se siente un cambio, la mano no se siente cómoda, aparece hasta un poco de torpeza. Es muy difícil sentir la misma experiencia que se tiene con el mouse propio y eso es un indicio que una gran parte de la comodidad ofrecida por el dispositivo pasa por el aprendizaje especifico que se obtiene cruzando, la forma del ratón, la antropometría de la mano del usuario y el rendimiento esperado.
La preguntas que hay que hacerse son, ¿Cuál es el mouse ideal para cada usuario? Y ¿Existe el mouse ergonómico perfecto?
Creo que no hay una respuesta o solución perfecta. Esto debido a que los usos con el mouse son variados. El ritmo de interacción que tiene un usuario como un arquitecto al modificar un plano con aproximadamente una latencia de 2 clics por segundo, difiere mucho de un usuario que su trabajo este enfocado en la redacción, donde dicha latencia será diametralmente distinta.
Por ende, con diferencias tan claras en la conducta, es complejo plantear un mouse perfecto y ergonómico para todos los usuarios.
Ahora bien, si necesitamos adquirir un mouse podríamos arrojar las siguientes consideraciones:
El resto es de gustos y calces antropométricos propios, la comodidad en estos casos es bastante subjetiva, ciertas texturas pueden acomodar a algunos y ser incomodas para otros. Hay algunos que están dispuestos a hipotecar la comodidad por tener un objeto escultórico. El famoso Magic mouse de Apple o el Arc mouse de Microsoft son buenos ejemplos de cómo el marketing hace que los usuarios nos quedemos con preciosas aberraciones y terminemos encariñándonos con nuestro mouse de emergencia de 5 Lucas.
¿Tienes algún mouse que recomendar y otro que destacar negativamente?
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